L’obertura de curs és un acte acadèmic solemne i tradicional, un cerimonial carregat de simbolisme, ritual que reuneix a la comunitat universitària i els seus representants institucionals davant d’una àmplia representació de la societat alacantina amb la presència de les autoritats i representants dels nostres governs.
Siguen per tant les meues primeres paraules d’agraïment per acompanyar-nos.
Voldria ara, felicitar el Professor Miralles, per la seua lliçó inaugural del curs 2017-2018. Gràcies, Juan Antonio per la lliçó i per la teua magnífica labor al llarg de tants anys en pro de la nostra universitat.
Com correspon a un acte oficial, formal, d’obertura de curs acadèmic, inicie aquesta intervenció donant la benvinguda a la nova generació d’estudiants que s’incorporen en este curs, tant en estudis de grau com de postgrau. Amb 5.800 places de nou ingrés ofertades, cobertes al 99.3%, i amb més de 8.000 estudiants en llista d’espera, la Universitat d’Alacant respon ajustadament a les necessitats de formació de la nostra societat.
Voldria ara dirigir-me a tots els companys que acabeu de pujar a l’estrada per a arreplegar la medalla de plata o la placa que la Universitat, la vostra Universitat, us ha concedit. Aquestes distincions no són més que una manera simbòlica de reconèixer la dedicació i l’esforç cap a la universitat, ja siga per fer 25 anys que esteu al servei d’esta institució o per haver arribat a l’edat de jubilació.
Per als membres de la comunitat universitària que, dissortadament, ens han deixat al llarg del passat curs acadèmic, vull expressar-los el meu respecte i la meua consideració més sentits.
Hoy, en la solemne apertura del curso 2017-18 en la Universidad de Alicante, celebramos, en feliz coincidencia, dos acontecimientos singulares: la concesión del doctorado honoris causa a António Campinos, Director Ejecutivo de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), y el sesenta aniversario de la firma de los Tratados de Roma, germen de la actual Unión Europea.
Por el primero, queremos reconocer la contribución personal de António Campinos a una mayor y mejor integración de la agencia europea en Alicante, con el apoyo unánime del Consejo de Gobierno y del Consejo Social, más allá de sus brillantes méritos académicos y profesionales, que ha glosado magníficamente la madrina, la profesora Algarra, a la que le agradezco y la felicito por la extraordinaria laudatio realizada del doctor Campinos, así como por sus consejos y apoyo constante como secretaria general de la Universidad.
¿Qué supuso la ubicación de la entonces denominada Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI) en Alicante a mediados de los años 90? Antes que nada, y más allá de sus nada desdeñables impactos económicos y sociales, situó a la ciudad y a la provincia en el mapa. Permitió que Alicante fuera conocida, así en Europa como en Asia o en el resto del mundo. E impulsó innovaciones que fueron y son ejemplo y acicate para el resto de empresas e instituciones de la provincia.
Pero mientras que en 2010 la Euro agencia era poco conocida, que no se sabía qué era y a qué se dedicaba, y que su integración en la ciudad y la provincia era escasa y precaria, en 2015 siete de cada 10 alicantinos conocían la Euro agencia y casi ocho de cada diez conocían su ubicación, si bien sus funciones y ámbito de actuación permanecían parcialmente ignorados (según el Informe de impacto de la EUIPO en la Comunidad Valenciana 2015, de la Cámara de Comercio de Alicante).
Tampoco, por cierto, se ha hecho suficiente hincapié en la contribución de la EUIPO a la economía de Alicante y de la Comunidad Valenciana, considerando sus efectos directos, indirectos e inducidos, en una trayectoria alcista desde 2009, fecha del primer informe en el que se cuantificaba el impacto económico de la actividad de la agencia sobre el sistema productivo local y de la Comunidad.
Así, el impacto total de la EUIPO sobre el valor añadido bruto de la Comunidad ha pasado de 239.6 millones de euros en 2009 a 376.2 millones en 2015, un incremento del 57% en los seis años que abarca este periodo. En términos de empleo, la actividad de la EUIPO y los agentes externos permiten generar algo más de 3.000 puestos de trabajo (3.027).
No menos importante es, por otra parte, el impacto social de la Oficina en el ámbito empresarial. Los líderes de los distintos sectores económicos de la provincia reconocen unánimemente el efecto de arrastre que la Oficina representa para la provincia, abriendo nuevas oportunidades de negocio e impulsando la demanda agregada en beneficio de las empresas alicantinas. Y subrayan que su presencia podría convertirse en un catalizador de primer orden en su radio de acción más cercano.
La EUIPO, además, ha llevado a cabo una actividad de difusión de sus actividades a través de distintos programas en el ámbito educativo.
Permítanme, sin embargo, que subraye, por razones obvias, el papel de la Academia de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea, creada en 2011, con un Programa de Prácticas Profesionales (Pan European Seal) dirigido a jóvenes titulados universitarios de la Universidad de Alicante.
Y, sobre todo, el Máster desarrollado por la Universidad de Alicante en Propiedad Intelectual, el Magister Lvcentinus, nacido en 1994, que se cuenta entre los mejores másteres españoles especializados en derecho y entre los más prestigiosos programas europeos en esta materia, por el que han pasado más de 700 alumnos procedentes de Europa y de América Latina, pero con creciente demanda asiática.
A través del Magister Lucentinus, la Universidad de Alicante participa, además, en el Doctorado Europeo “EIPIN Innovation Society”, primer y único programa de doctorado subvencionado por la Unión Europea en materia de propiedad intelectual, que parte de la Red Europea de Institutos de Propiedad Intelectual (EIPIN), y establece un doctorado conjunto en el que colaboran las universidades de Londres, Maastricht, Estrasburgo y Augsburgo, además de la de Alicante.
Pues bien, buena parte de estos nada menudos logros han sido consecuencia del primer Plan Estratégico de la EUIPO 2011-2015, ya bajo la dirección general ejecutiva de António Campinos, que no ha dejado de señalar que las administraciones, al igual que las empresas, tienen una responsabilidad económica y social, y que las actividades que emprenden pueden y deben tener un impacto positivo en los ciudadanos y en la actividad económica general del ámbito en el que ejercen su actividad. En este caso, la provincia de Alicante y la Comunidad Valenciana.
Y es en reciprocidad con ese compromiso explícito que la Universidad de Alicante se honra en conceder el doctorado honoris causa, la máxima distinción que la Universidad concede a una persona en reconocimiento a su trayectoria, a António- Serge de Pinho Campinos, un profesional de reconocida excelencia, portugués de origen, formado en Francia (Universidad de Montpellier y Centro Europeo Universitario de Nancy), buen conocedor así del sector privado como del público, entre los que ha transitado con solvencia; con una larga y exitosa ejecutoria en el ámbito de la Propiedad Intelectual, tanto profesional como intelectual, y con numerosas publicaciones, conferencias, discursos y honores en su haber curricular.
¡Gracias, doctor Campinos, por su complicidad y su patente compromiso respecto al presente y el futuro de la Universidad de Alicante, la provincia, la Comunitat y la Unión Europea!
“Ser europeo es tener nostalgia de Europa”, escribió Milan Kundera. Nostalgia de un pasado como el inaugurado por los Tratados de Roma, a los que hice alusión con anterioridad, y de los que este año se cumple el sesenta aniversario. Pero también, si se me permite la paradoja, también nostalgia del futuro, de un futuro que no debiéramos malograr, pese al evidente desgaste y las fracturas que ha sufrido el proyecto de la Unión Europea. Nostalgia del futuro como ausencia, como la pérdida, que no debiera acontecer, de un horizonte posible.
“Europa es más que la economía, es más que la moneda única, es más que el mercado interior», ha declarado recientemente el Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.
No puedo estar más de acuerdo. El objetivo del proyecto europeo era acercar a los pueblos y los países de Europa, y en muchos sentidos ha sido un éxito palpable. Los jóvenes, por ejemplo, de todo el continente y no digamos los millones de participantes en el Programa Erasmus de las universidades, se consideran europeos, y mantienen su esperanza en el futuro de la Unión Europea.
Pero una mayor integración económica, requiere también una mayor integración política, una más amplia cesión de soberanía, que, a su vez, debe rehabilitar el inicial ideal europeo, basado en la confianza recíproca, la voluntad de compartir, siquiera parcialmente, riesgos, y un poco de fraternidad, un cierto sentimiento de solidaridad, que no excluya la asunción de las propias falencias y responsabilidades.
Debemos, pues, apostar por “más Europa”, porque el resto de alternativas conducen, de hecho, en cualquiera de los escenarios alternativos que planteó Juncker en el Libro Blanco sobre el futuro de Europa tras el Brexit, a “menos Europa”. Y el debilitamiento del proyecto europeo al declive del más brillante y prometedor proyecto civilizatorio que el mundo haya conocido, y tal vez a la decadencia irreversible del continente y su influencia en un mundo que, en las últimas décadas, ha conocido la transformación social mayor y más intensa, rápida y universal de la historia de la humanidad.
Las Universidades lo sabemos bien. En algunos países, como España, hemos padecido recortes en nuestra financiación y mermas tan decisivas en la I+D+I, que la misma canciller alemana, Angela Merkel, ha considerado recientemente (el 29 de agosto de 2017) como un lastre para la competitividad del país, citándonos explícitamente como ejemplo de lo que no debiera haberse hecho nunca, ni aun aplicando una estricta estrategia de control del déficit. Porque en los recortes importa menos el cuánto que el qué. E importa más discriminar lo esencial de lo superfluo, distinguir entre lo que sostiene un pasado caduco o asegura los bienes del futuro.
Afortunadamente, los tiempos están cambiando. En el caso de las universidades públicas valencianas, y con el impulso de la Conselleria de Educación (y aquí tengo que hacer un especial agradecimiento al secretario autonómico y a la directora general de Universidades) las tasas académicas tanto de grado como de máster se verán rebajadas en un 15% entre el presente curso (7%) y el próximo (otro 8%).
Pero sería injusto no reconocer el esfuerzo realizado, así como la significativa mejora del gasto educativo general, en un contexto de crónica, injusta e injustificada infrafinanciación de la Comunidad Valenciana y de una deuda histórica que ocluye y malbarata nuestras opciones de futuro.
También el presupuesto para becas ha conocido un incremento significativo en los dos cursos anteriores y en el que hoy inauguramos (hasta alcanzar 22,1 millones), de modo que, junto a la reducción de las tasas de matrícula, nos devuelven a un entorno de precios moderados.
Estas y otras medidas, como la recuperación de complementos retributivos para el Personal de Administración y Servicios y del Personal Docente e Investigador, el apoyo a la investigación y el reconocimiento de la deuda, suponen si no una reversión integral de las políticas aplicadas a lo largo de una eternidad de casi ocho años, sí un claro apunte de cambio de tendencia, que vuelve a poner a las personas en el centro de las políticas públicas y a subrayar que lo urgente no debiera fagocitar no ya lo necesario, sino lo imprescindible.
Y el gasto en educación y en I+D, como en sanidad y otros servicios públicos, tal que no he dejado de subrayar a lo largo de estos últimos años y nos ha recordado abruptamente la señora Merkel, lo es (es imprescindible), si es que queremos preservar nuestra oportunidades productivas en un mundo mucho más competitivo y sobre nuevas y más complejas bases. Y con ellas las de la gente, las de nuestra gente, las de la mayoría, tan maltratada en una crisis en cuyo origen no tuvo parte, pero cuyas consecuencias sigue sufriendo en un reparto extraordinariamente asimétrico de sus costes.
Las universidades públicas debemos, además, seguir atendiendo al ajuste entre oferta y demanda educativa, con especial atención a la empleabilidad de nuestros egresados en cualquiera de las especialidades que impartimos. Y realizar, por tanto, los cambios oportunos en las ya existentes, e identificar solicitudes insatisfechas y nuevas necesidades de futuro y con futuro.
En el caso de la Universidad de Alicante, la apuesta pasa por la implantación de los grados de Relaciones Internacionales, Marketing, Gastronomía y Artes Culinarias y Medicina, además de diversos posgrados orientados a nuevos nichos de mercado –Ciberseguridad, big data, Comunicación Digital, Innovación Social y Políticas de Cambio y Restauración y Conservación de la Biodiversidad-. Además, la Universidad va a impartir por primera vez un título propio dirigido a personas con diversidad intelectual, como resultado del compromiso de la UA con el desarrollo de estrategias tendentes a garantizar la inclusión social, económica y familiar de las personas con independencia de sus circunstancias y condiciones particulares, estudios en COMPETENCIAS PERSONALES Y LABORALES EN ENTORNOS DE EMPLEO CON APOYO financiado por la fundación ONCE.
Tenemos, en consecuencia, pocas dudas de que los nuevos grados y másteres propuestos no responde solo a una potencial alta demanda de alumnado, sino, sobre todo, a una demanda económica, social y cultural que redundará en claro beneficio de Alicante y de la Comunidad, como motor activo de un más rico, complejo y perfeccionado desarrollo.
Quisiera, por último, felicitar de nuevo a nuestro honoris causa, el doctor Campinos, y felicitarnos por el reconocimiento a su destacado papel en la dirección de la EUIPO, oficina a la que hacemos extensiva la gratitud por su contribución manifiesta al desarrollo de la provincia y de la Comunidad.
Muchas gracias por su paciencia. Y que el futuro nos depare más bienestar para todos y una pizca de seguridad irrenunciable.
Manuel Palomar